Pesadillas

Esta noche no quiero dormir. Temo cerrar los ojos. Él quería hacerme desaparecer.No me quería en este mundo. Se ocupaba de hacerme sufrir de la manera más cruel posible. Haciendo desparecer primero a todos los que me rodean y luego, luego a por mí. Y de golpe me desperté asustada. En la realidad, no es que no me quiera en este mundo, es que no se acuerda que estoy en él. Y eso, eso es todavía peor. Porque si no tuviera conciencia, me daría igual. Pero si que la tengo. Una oleada de sueño me volvió a llevar. Esta vez tú me mirabas, y con una expresión fría me dejabas. Y hoy, hoy me tirabas al vacío. Si, desde lo alto de un precipicio precioso. Con un enorme lago abajo, casi minúsculo desde arriba. Y unas olas que jugueteaban entre el gran abanico de tonos azules que lo componian. Me tirabas. Y sin darte cuenta yo te tiré conmigo. Te agarré de tu camiseta y antes de que pudieras decir nada las dos caíamos lentamente. Podia notar la presión que yo ejercía en el aire. Y la libertad. Si, me sentía como un pájaro. Todo desaparecía. Incluso tu. Abrazaba al mundo, al viento, respirando oxígeno puro. No tenia miedo al aterrizaje. Creía que caeria de lleno en el lago. Y dejaría de ver los colores. Me equivoqué. O te equivocastes. Porque los sueños, sueños son, y en ellos, todo es posible. Apareció de la nada un cacho de isla llana. Y como por arte de magia, volvias a estar ahí. A punto de aterrizar a mi lado. Las dos tocamos suelo, sin impacto. Como si de dos globos se tratara, al caer una fuerza nos sostenia, y hacía depositar nuestros cuerpos suavemente sobre la arena. Y me mirastes, y te miré. Estabas tan hermosa. La brisa movía tu pelo a su compás, y dibujaba formas con él. Desprendia tu olor. Y a mi ese momento me pareció eterno. Porque duró asta que sonó mi despertador. Que no se cuanto fue, porque en un sueño no existe el tiempo, pero si espacio.